viernes, 22 de enero de 2016

VÍA CRUCIS PARA NIÑOS


Comparto con ustedes estos lindo dibujitos para trabajar el Vía Crucis en la catequesis y la clase de religión. Los tomé del blog: http://dibujosparacatequesis.blogspot.com, dale clic para agrandarlos y descargarlos.






TERCERA ESTACIÓN
Jesús cae por primera vez

   
V /. Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi.
R /. Quia por sanctam crucem tuam redemisti mundum.
Lectura del libro del profeta Isaías 53, 4-6
Él soportó nuestros sufrimientos y aguantó nuestros dolores; nosotros lo estimamos leproso, herido de Dios y humillado, traspasado por nuestras rebeliones, triturado por nuestros crímenes. Nuestro castigo saludable vino sobre él, sus cicatrices nos curaron. Todos errábamos como ovejas, cada uno siguiendo su camino, y el Señor cargó sobre él todos nuestros crímenes.

MEDITACIÓN
El hombre ha caído y cae siempre de nuevo: cuántas veces se convierte en una caricatura de sí mismo y, en vez de ser imagen de Dios, ridiculiza al Creador. ¿No es acaso la imagen por excelencia del hombre la de aquel que, bajando de Jerusalén a Jericó, cayó en manos de los salteadores que lo despojaron dejándolo medio muerto, sangrando al borde del camino? Jesús que cae bajo la cruz no es sólo un hombre extenuado por la flagelación. El episodio resalta algo más profundo, como dice Pablo en la carta a los Filipenses: «Él, a pesar de su condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios; al contrario, se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo, pasando por uno de tantos. Y así, actuando como un hombre cualquiera, se rebajó hasta someterse incluso a la muerte, y una muerte de cruz» (Flp 2, 6-8). En su caída bajo el peso de la cruz aparece todo el itinerario de Jesús: su humillación voluntaria para liberarnos de nuestro orgullo. Subraya a la vez la naturaleza de nuestro orgullo: la soberbia que nos induce a querer emanciparnos de Dios, a ser sólo nosotros mismos, sin necesidad del amor eterno y aspirando a ser los únicos artífices de nuestra vida. En esta rebelión contra la verdad, en este intento de hacernos dioses, nuestros propios creadores y jueces, nos hundimos y terminamos por autodestruirnos. La humillación de Jesús es la superación de nuestra soberbia: con su humillación nos ensalza. Dejemos que nos ensalce. Despojémonos de nuestra autosuficiencia, de nuestro engañoso afán de autonomía y aprendamos de él, del que se ha humillado, a encontrar nuestra verdadera grandeza, humillándonos y dirigiéndonos hacia Dios y los hermanos oprimidos.

ORACIÓN
Señor Jesús, el peso de la cruz te ha hecho caer. El peso de nuestro pecado, el peso de nuestra soberbia, te derriba. Pero tu caída no es signo de un destino adverso, no es la pura y simple debilidad de quien es despreciado. Has querido venir a socorrernos porque a causa de nuestra soberbia yacemos en tierra. La soberbia de pensar que podemos forjarnos a nosotros mismos lleva a transformar al hombre en una especie de mercancía, que puede ser comprada y vendida, una reserva de material para nuestros experimentos, con los cuales esperamos superar por nosotros mismos la muerte, mientras que, en realidad, no hacemos más que mancillar cada vez más profundamente la dignidad humana. Señor, ayúdanos porque hemos caído. Ayúdanos a renunciar a nuestra soberbia destructiva y, aprendiendo de tu humildad, a levantarnos de nuevo.

Todos:
Pater noster, qui es in cælis:
sanctificetur nomen tuum;
adveniat regnum tuum;
fiat voluntas tua, sicut in cælo, et in terra.
Panem nostrum cotidianum da nobis hodie;
et dimitte nobis debita nostra,
sicut et nos dimittimus debitoribus nostris;
et ne nos inducas in tentationem;
sed libera nos a malo.
O quam tristis et afflicta
fuit illa benedica
mater Unigeniti!
SEGUNDA ESTACIÓN
Jesús con la cruz a cuestas

V/. Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi.
R/. Quia per sanctam crucem tuam redemisti mundum.
Lectura del Evangelio según san Juan 19, 16-17
Entonces [Pilato] se lo entregó para que lo crucificaran. Tomaron a Jesús, y, cargando él mismo con la cruz, salió al sitio llamado «de la Calavera» (que en hebreo se dice Gólgota).
Pilato entrega a Jesús en las manos de los jefes de los sacerdotes y de los guardias. Los soldados le ponen sobre la espalda un manto púrpura y en la cabeza una corona de ramas espinosas. Durante la noche se burlan de él, lo maltratan y lo flagelan. Después, en la mañana, lo cargan con un pesado madero, la cruz sobre la que son clavados los ladrones, para que todos vean cómo acaban los malhechores. Muchos de los suyos escapan.
Este suceso de hace 2000 años se repite en la historia de la Iglesia y de la humanidad. También hoy. Es el cuerpo de Cristo, es la Iglesia la que es golpeada y herida, de nuevo.
Jesús, viéndote así,
sangrando, sólo, abandonado, escarnecido,
nos preguntamos:
«Pero aquella gente que tanto habías amado, iluminado y hecho del bien,
aquellos hombres, aquellas mujeres, ¿acaso no somos también nosotros hoy?
También nosotros nos hemos escondido por miedo a vernos implicados,
olvidando que somos tus seguidores».
Pero lo más grave, Jesús,
es que yo he contribuido a tu dolor.
También nosotros, esposos, y nuestras familias.
También nosotros hemos contribuido
a cargarte con un peso inhumano.
Cada vez que no nos hemos amado,
cuando nos hemos echado las culpas unos a otros,
cuando no nos hemos perdonado,
cuando no hemos recomenzado a querernos.
Y nosotros, en cambio,
seguimos prestando atención a nuestra soberbia,
queremos tener siempre razón, humillamos a quien está a nuestro lado,
incluso a quien ha unido su propia vida a la nuestra.
Ya no recordamos, Jesús, que tú mismo nos dijiste:
«Cuanto hicisteis a uno de estos pequeños, a mí me lo hicisteis».
Así dijiste precisamente: «A mí».
Todos:
Pater noster, qui es in cælis:
sanctificetur nomen tuum;
adveniat regnum tuum;
fiat voluntas tua, sicut in cælo, et in terra.
Panem nostrum cotidianum da nobis hodie;
et dimitte nobis debita nostra,
sicut et nos dimittimus debitoribus nostris;
et ne nos inducas in tentationem;
sed libera nos a malo.
Cuius animam gementem,
contristatam et dolentem
pertransivit gladius.
PRIMERA ESTACIÓN
Jesús es condenado a muerte

 




V /. Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi.
R /. Quia per sanctam crucem tuam redemisti mundum.
Lectura del Evangelio según San Mateo 27, 22-23.26
Pilato les preguntó: «¿y qué hago con Jesús, llamado el Mesías?» Contestaron todos: «¡que lo crucifiquen!» Pilato insistió :«pues ¿qué mal ha hecho?» Pero ellos gritaban más fuerte: «¡que lo crucifiquen!» Entonces les soltó a Barrabás; y a Jesús, después de azotarlo, lo entregó para que lo crucificaran.

MEDITACIÓN

El Juez del mundo, que un día volverá a juzgarnos, está allí, humillado, deshonrado e indefenso delante del juez terreno. Pilato no es un monstruo de maldad. Sabe que este condenado es inocente; busca el modo de liberarlo. Pero su corazón está dividido. Y al final prefiere su posición personal, su propio interés, al derecho. También los hombres que gritan y piden la muerte de Jesús no son monstruos de maldad. Muchos de ellos, el día de Pentecostés, sentirán «el corazón compungido» (Hch 2, 37), cuando Pedro les dirá: «Jesús Nazareno, que Dios acreditó ante vosotros [...], lo matasteis en una cruz...» (Hch 2, 22 ss). Pero en aquel momento están sometidos a la influencia de la muchedumbre. Gritan porque gritan los demás y como gritan los demás. Y así, la justicia es pisoteada por la bellaquería, por la pusilaminidad, por miedo a la prepotencia de la mentalidad dominante. La sutil voz de la conciencia es sofocada por el grito de la muchedumbre. La indecisión, el respeto humano dan fuerza al mal.



ORACIÓN

Señor, has sido condenado a muerte porque el miedo al «qué dirán» ha sofocado la voz de la conciencia. Sucede siempre así a lo largo de la historia; los inocentes son maltratados, condenados y asesinados. Cuántas veces hemos preferido también nosotros el éxito a la verdad, nuestra reputación a la justicia. Da fuerza en nuestra vida a la sutil voz de la conciencia, a tu voz. Mírame como lo hiciste con Pedro después de la negación. Que tu mirada penetre en nuestras almas y nos indique el camino en nuestra vida. El día de Pentecostés has conmovido en corazón e infundido el don de la conversión a los que el Viernes Santo gritaron contra ti. De este modo nos has dado esperanza a todos. Danos también a nosotros de nuevo la gracia de la conversión.

Todos:
Pater noster, qui es in cælis:
sanctificetur nomen tuum;
adveniat regnum tuum;
fiat voluntas tua, sicut in cælo, et in terra.
Panem nostrum cotidianum da nobis hodie;
et dimitte nobis debita nostra,
sicut et nos dimittimus debitoribus nostris;
et ne nos inducas in tentationem;
sed libera nos a malo.
Stabat mater dolorosa,
iuxta crucem lacrimosa,
dum pendebat Filius.







Bienvenido al nuevo blog de Via Crucis de Jerusalen

El cometido de este blog no es otro que introducir el Santo Via Crucis Católico por medio de mi visita y peregrinacion a Jerusalen el pasado verano del 2014.

En este blog visitaremos las 14 estaciones del Via Crucis argumentado con historias e imagenes recogidas por mi en Tierra Santa.